sábado, 7 de julio de 2012

¿Por qué la columna de Azcárate tuvo más de bullying que de sátira o humor negro?


Sé que ya todos deben de haber leído la famosa columna de Alejandra Azcárate en Aló Mujeres y que para este momento tienen que estar saturados de tanta réplica y reivindicación. Yo mismo estoy un poco cansado del tema y estuve a punto de desistir de elaborar este texto. Además, pensarán, ¿Qué tengo para decir yo si no soy mujer ni gordo? ¿Para qué voy a replicar? Pues bien, sé de un par de cosas que son importantes en este asunto. De comunicación y periodismo —es mi profesión— y de humor —mi tesis de grado es un juicioso análisis sobre la construcción de la comedia—. Por lo tanto, quiero enfocarme en aspectos conceptuales del escrito de la señora Azcárate para revelar por qué es tan malo.

Generalmente, cuando alguno de nuestros flamantes escritores ácidos (Samper, Azableh o cualquier otro) sale con alguna columna controversial, el país se divide: entre los indignados y los que entienden el chiste. Aun en los casos de textos altamente impopulares, aparece uno que otro abogado del diablo —muchas veces este servidor— argumentando que esta sociedad no ha aprendido a reírse de si misma. Sin embargo, para Las 7 ventajas de la gordura de Alejandra Azcárate pareció no haber defensa posible; unánimemente fue enviado al infierno. ¿Es algo personal contra esta figura, de por sí bastante controversial, o hizo algo realmente mal? Lo descubriremos examinando algunas convenciones del universo cómico.

Para empezar hay que aclarar el humor pesado no es cosa nueva. No se lo inventó Matt Groening y de hecho es casi tan viejo como la risa misma. Aristófanes, quien vivió en Grecia cinco siglos antes de cristo, era un satírico tan malicioso como los héroes de Internet de esta generación. La sátira se vale de figuras retóricas; una de las más importantes es la ironía. 

La ironía es un recurso retórico que consiste en la oposición de lo que se piensa y lo que se dice. La mayor parte del texto de Alejandra Azcárate es irónica porque habla de unas supuestas ventajas de la gordura, cuando en realidad cree que ser gorda es de lo peor, como apunta al final. Efectivamente, como ella defiende, su texto es irónico. ¿Cuál es el problema?

La  ironía cómica trabaja sobre asuntos en los que existe disenso

Uno de los principios de la ironía cómica es que se refiera a temas en los que la sociedad no se pone de acuerdo. Si yo digo ''Uribe fue un excelente presidente'', la ironía cómica toma forma porque sabemos que hay muchísima gente que opina todo lo contrario, pero también muchísima gente que piensa que de hecho es así. Funciona así: si yo encarno la opinión de mis contrarios y finjo estar de acuerdo con ellos, pero enumero una serie de atributos de Uribe que en realidad hablan de todo lo incorrecto que hay en él, estoy usando un recurso cómico verdaderamente efectivo. Estoy desmitificando. Como saben, ese recurso lo usa mucho Daniel Samper. No digo que lo haga bien o mal. Simplemente lo hace.

¿Qué hizo Azcárate?

Piensen en esta ironía: el cáncer es buenísimo. No es cómica ni revela nada. ¿Por qué? Porque todo el mundo sabe que el cáncer es malo. No hay nadie que defienda el cáncer. Por eso es imposible generar comicidad con un apunte así. Lo de Azcárate fue algo similar. Se despachó enumerando unas supuestas ventajas de la gordura, cuando la sociedad considera que, en términos generales, la gordura es una condición indeseable. Todos saben que la gordura es problemática. Por lo tanto, ¿qué trató de revelarnos Azcárate? ¿Qué era lo que atacaba? Bullying. Sigamos.




Homero sí quería ser obeso, pero tenía una justificación cómica: su flojera era más fuerte que su sentido de autoimagen.


El humor se hizo para atacar a los fuertes, no a los débiles

Esta no es una verdad absoluta, pero es parte de lo que ha hecho grande y liberadora a la comedia. Los chistes y las demás modalidades cómicas siempre han tendido a igualar a la sociedad, a denunciar los vicios y defectos de los poderosos, de los que se consideran privilegiados. En muchas ocasiones en que la comedia parece atacar a los indefensos, en realidad está encubriendo una crítica a la crueldad de los dominantes, como en aquella columna en que el autor finge ser un godo recalcitrante para demostrar los peores atributos de ese sector de la idiosincrasia colombiana.




O las burlas a la fealdad de Meg y su necesidad por encajar.

¿Qué hizo Azcárate?

Siguiendo con esta idea, Azcárate pudo haber salvado su texto con el párrafo de cierre. De hecho yo pensé en algún momento de la lectura que su diatriba contra los gordos escondería una crítica a la sociedad superficial, a la discriminación y/o a la ''gente bonita''. Ese habría sido el recurso inteligente: atacar al grupo hegemónico. Pero no. Hizo el juego contrario. Fingió (de una forma muy torpe, dicho sea de paso) estar del lado de las gordas, para terminar alabando la imagen de belleza dominante. Emprenderla contra los que ya están en posición de desventaja no es comedia, es bullying.

La comedia generaliza 

La comedia se basa en estereotipos. Por naturaleza, no le interesa mucho centrarse en los matices o en el alma de las personas. Ve rasgos que más o menos se repiten y que la sociedad reconoce: muchachas lindas tontas, políticos corruptos, hipsters pretenciosos, nerds con problemas para conseguir chicas, etc. 

¿Qué hizo Azcárate?

Azcárate lo... ¿hizo bien? Sí y no. Lo más que se le ha achacado a su columna fue el tono generalizador. Muchos le gritaron ''¿Por qué no habló desde su experiencia?'', tomando por sentado que cuando ella fue gorda sufrió todos esos infortunios. A mí parecer, el punto es que ésta fue una generalización excesivamente arriesgada. No todas tienen que ser así de problemáticas, pero ésta lo fue. La población que puede ser catalogada con la palabra ''gorda'' es muy amplia (no es un chiste) y con ella se sienten aludidas mujeres muy diferentes: desde las que simplemente no corresponden al canon de belleza impuesto por estar ligeramente pasadas de kilos, pero son ¡qué mujeres!, y evidentemente no tienen dificultades para tener una vida romántica y social exitosa (como la chica que dice que es un Sofá muy rico; no la conozco personalmente, pero en fotos se ve preciosa); hasta mujeres que padecen obesidad mórbida, que es un problema de salud serio, y por ello pueden (no necesariamente) sufrir de baja autoestima o haber experimentado discriminación laboral, entre otras dificultades.

Para el primer grupo de mujeres, los apuntes de Azcárate resultan desacertados y ridículos; para el segundo, la columna es inapropiada, insensible e innecesaria. Además que en algunos puntos, como en el de no tener muchas chances para conseguir sexo, la autora conscientemente confunde gordura con fealdad, los cuales no son sinónimos.

Risa o indignación

Otro dato sobre la risa cómica. Se considera que ésta tiene una función antiséptica, que cuando emerge por causa del ingenio de una construcción desplaza a lo sentimental y a lo moral. Por eso a veces nos reímos de cosas crueles, sin sentido o que incluso menoscaban nuestra propia imagen. Porque la buena comedia rompe con todo y nos libera. En este escrito de Alejandra Azcárate solo vemos la crueldad y la grosería porque el mecanismo cómico no es bueno. La risa no logra imponerse a la indignación. Dice que es una satírica, pero intentó hacer una sátira sobre un tema en el que no hay discusión, donde no hay nada qué descubrir, poniéndose de parte del grupo hegemónico y haciendo una generalización excesiva. Con esas características no hay excusa de ''es que es humor negro'' que valga.

Es cierto, no tendría por qué reivindicar o ensalzar la gordura. Eso sería irresponsable considerando que, aparte de ser una condición que puede poner en riesgo la salud de las personas, en muchos casos tiene lugar por descuido o malos hábitos. Pero si simplemente quería enviar un mensaje para que la gente se preocupara más por mantenerse en forma, pudo haberse ahorrado todo este circo.