martes, 3 de noviembre de 2015

Deconstruyendo a Micolta



Después de haber cruzado un par de opiniones en caliente a propósito de la polémica de la semana, me tomé la molestia de ver completas un par de rutinas del tal Soldado Micolta, y a partir de lo observado, tengo las siguientes conclusiones:

1. Se trata, en primer lugar, de un humor ingenuo e "inofensivo" (en el sentido de no proponer ninguna lectura crítica o mordaz de la sociedad) que a lo mucho saca una que otra sonrisa.

2. Es como una especie de Chavo del Ocho con algo de malicia sexual. Un soldado que en teoría debería hace reír por falto de inteligencia y mamagallista. Por terminar siendo astuto en medio de su bobería. Nada muy original o trascendente.

3. Por lo tanto, la mayoría de los chistes deberían funcionar igualitos si el man no se pintara la cara. Existe poca exploración en los imaginarios (positivos y negativos) compartidos sobre los afrocolombianos (aparte del hablado y lo gestual). Esto resulta más malo que bueno, ya que demuestra que la única razón por la que el personaje tiene que ser negro es porque así es más coherente para el público que sea tonto e indisciplinado. Y porque existe algo "cómico" en el mero hecho de escucharlo hablar así. Por esto, sí se podría hablar de un recurso racista, quizás no en el sentido más malintencionado del término, pero sí como una exacerbación de lo "exótico" que aún hay en el otro. Por lo demás, las escenas del Soldado Micolta se basan en meros juegos del lenguaje y malentendidos. ¿Por qué tiene que ser negro? Just for the lulz.

4. El personaje es, entonces, unidimensional y aburrido, aunque, de alguna forma, puede generar simpatía o ternura, razón por la que la mayoría aboga por que no constituye un acto de racismo. Pero el racismo no siempre tiene que mostrarse agresivo; también puede ser pura condescendencia. En este caso, el negro es infantilizado. Es tan caricatura que en una imagen de Facebook —lamentablemente no sé ya cómo ubicarla— alguien puso como el batallón de los que lo defienden a un montón de personajes negros de programas de televisión. ¿Qué intentaba decir el que la hizo? ¿"Por el derecho a caricaturizar a mis negros"?

5. Pensarán que, entonces, esta misma lectura debe aplicarse sobre los otros personajes cómicos que representan a otros grupos étnicos, culturales o socioeconómicos del país. Es válido realizar la comparación, pero las consideraciones y los resultados del análisis no serían exactamente los mismos. La historia y las condiciones de cada grupo SÍ deben incidir  en la manera como aceptamos o no ciertas representaciones. Es nuestro deber como sociedad al menos cuestionárnoslo. El racismo y sus consecuencias aún no han sido completamente superados. Hay temas más delicados que otros.

6. En este mismo sentido, la idea no es ahora venir a meter toda la comedia en el mismo saco, y rasgarse las vestiduras diciendo que hay una guerra contra el humor, que la censura a Micolta parte del mismo espíritu que le quitó la vida a Garzón, etc. Dejen el drama. Este es un caso con unas características bien particulares en las que vale la pena ahondar. Y si esta es la comedia que van a defender a capa y espada, qué tristeza.

7. Una más: tan adalides de la libertad que resultaron todos en un país en que la gran mayoría se opone a la legalización de la marihuana, el aborto y el matrimonio/adopción gay.

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